La segunda semifinal de la Supercopa empezó con una sincera declaración de intenciones de Simeone. Sin miramientos, sin pensárselo Joao Félix ponía por delante a los suyos a los 8 segundos de partido. Pero la alegría duró poco, lo que tardó el linier en levantar el banderín y anular las sonrisas rojiblancas. Por poco decía el portugués y cierto es, que por poco no vimos uno de los goles más rápidos en la historia de nuestro fútbol.
Pero todo quedó en un susto, un aviso para Unai Simón con un mensaje claro; esto no va a ser fácil. Los primeros 10 minutos de los de Simeone fueron sobresalientes. Un equipo con las ideas claras, sin perder el tiempo y que se lanzaba al área del Athletic sin pedir permiso. Iñaki Williams, no mucho después, aprovechaba un despiste en la zaga colchonera para obligar a Oblak a lucirse y evitar el primero.
A partir de ahí, el partido cambió radicalmente y nos encontramos con lo que quizás más se esperaba; dos equipos con mucho respeto, pocas ocasiones y un juego muy táctico y cerrado hasta el descanso.
En la segunda parte todo iba a cambiar. Poco después de volver de los vestuarios, Joao Félix, el jugador más activo del partido hasta el momento, iba a ser el encargado de abrir la locura. El portugués aprovechaba un buen centro desde el córner para hacer el primero del partido con la ayuda de Unai Simón. Corría el 64′ y el Atlético parecía que podía llevarse esto.
Pero todo se dio vuelta con la entrada de Nico Williams. El pequeño de los hermanos del Athletic, suplente en el día de hoy, entró a los 70 minutos para cambiar la historia del partido y quién sabe si del club. Primero provocando un córner para que Yeray hiciese el empate, y 4 minutos después para provocar otro córner y esta vez convertirse él en el protagonista batiendo a Jan Oblak.
El Athletic jugó los minutos que quedaban con mucha cabeza, toda la que le faltó a los de Simeone y a un Giménez que acabó expulsado. Marcelino, antes de cumplir un año en el banquillo rojiblanco va a disputar su cuarta final, y lo hará ante un Real Madrid que ya espera a los leones, unos leones que hoy han sido comandados por su «cachorro».