Carlos Alcaraz es un avión en Wimbledon. O le para Novak Djokovic este domingo o no le parará nadie: el número uno del mundo parece decidido a hollar por primera vez la cima del Grand Slam de la hierba. La Pista Central del All England Tennis Club ya no es territorio comanche para él, al igual que le sucede con una superficie en la que se siente como pez en el agua desde el pasado torneo de Queen’s. Daniil Medvedev pudo comprobar en sus propias carnes en la semifinal de este viernes que este Carlitos ya no es, ni en el pasto ni en ninguna otra pista, aquel chaval de 17-18 años que “fallaba mucho”. Para nada: el que ganó fácil en tres sets fue, a diferencia de lo que ocurrió en este mismo torneo en 2021, el español (6-3, 6-3, 6-3).
La declaración de intenciones de Carlitos nada más arrancar el duelo fue impepinable: juego en blanco al saque, y consiguió unos cuantos. Tener un buen servicio es fundamental para manejarse con destreza en el césped, algo que el murciano se ha grabado a fuego últimamente: ha mostrado muchísima solidez en esa parcela del juego durante su presente concurso en el All England Tennis Club. Bien lo sufrió un Medvedev que, salvo en la tercera manga, no encontró la manera de hacerle un break al de El Palmar. Eso corrió a cargo de Alcaraz: primera oportunidad, primera rotura. Y otro ‘rosco’ en un juego para apuntarse el primer parcial.
La película del segundo fue muy parecida. Entonces, tocó clase magistral de dejadas, que cada vez opositan más a ser el mejor golpe de la nueva sensación del deporte de la raqueta. Con un marcador idéntico al cosechado minutos atrás, Medvedev, aun no haciendo un partido desastroso, se empequeñecía cada vez más y más en la pista. No por demérito suyo, sino por el mérito de un Alcaraz cuyo tenis era prácticamente perfecto. Cualquiera diría que ganó su primer torneo en hierba hace apenas tres semanas: su saque y volea no tienen nada que desmerecer ya a los de cualquier especialista que se precie, pero es que su resto (break y a volar desde el 2-1: ganaría el set con Medvedev al servicio) también es superior.
Al ver que el encuentro se le escapaba de forma irremediable, el ruso se puso a arriesgar en el tercer set. Cuando peor dadas venían para él (2-0 en contra en la manga), Medvedev le dio un punto de locura a la situación: rompió el saque a Alcaraz, puso el 3-2 en el electrónico y dijo ‘Aquí estoy yo’. Pero lo de dudar, en este Wimbledon, no va con Carlitos. Por eso, le siguió la corriente al de Moscú: rotura suya (4-2), otra de Medvedev (4-3), una más para Alcaraz (5-3) y, al fin, “juego, set y partido”.