Son muchos los personajes, las tramas y las historias donde la enfermedad juega un papel crucial en las páginas y tomos de la mejor literatura. Y desde ópticas puramente realistas, simbólicas, físicas, psicológicas, psiquiátricas o metafóricas, entre otras.
¿Don Quijote era un enfermo, un loco o un lúcido visionario? ¿ La metamorfosis de Gregorio Samsa y el término kafkiano tienen algo de patológico o es puro surrealismo? ¿ Y los monstruosos Drácula o Frankenstein pueden considerarse ´pacientes´, uno como el paradigma de los vampiros y otro como ejemplo de fracaso en el intento por derrotar a la muerte? ¿ Y el Doctor Jekyll y Mr. Hyde?
Los tuberculosos de “La montaña mágica”, de Thomas Mann; los contagiados por la epidemia de “La peste“, de Camus; los invidentes de “Ensayo sobre la ceguera“, de Saramago, por citar algunos casos de literatura cimentada desde la enfermedad, ¿son realismo o simbolismo; medicina o metáfora
Seguramente, con todos estos ecos en la cabeza y muchos otros, la Fundación Ciencias de la Salud retomó en junio pasado su ciclo sobre Literatura y Enfermedad, de la mano de tres escritores, Juan Pedro Aparicio, José María Merino y Luis Mateo Díez, quienes leyeron algunos de sus cuentos y extractos de sus novelas, donde la enfermedad marca la ruta del relato; y días después, en otra sesión de este ciclo, el escritor Andrés Trapiello centró su conferencia en la hipocondria.
“En mi literatura hay mucha enfermedad. Cuando lo he repasado me he quedado inquieto”, dijo Luis Mateo Díez, entre lectura y lectura, en el encuentro con Aparicio y Merino estructurado como un filandón, sesión en la que se cuentan historias breves y pequeños relatos, en una fórmula que es homenaje a la narración oral.