Un equipo de arqueólogos volvió a desenterrar al norte de Irak una escultura de la deidad alada asiria Lamassu, cuya antigüedad alcanza los 2.700 años, que está prácticamente intacta a pesar de sus grandes dimensiones, comunicó la Junta Estatal de Antigüedades y Patrimonio de Irak (SBAH, por sus siglas en inglés) .
Solo le falta la cabeza que, en realidad, ya formaba parte de la colección del Museo de Irak en Bagdad, pues fue confiscada por agentes de aduanas a contrabandistas en la década de 1990, señaló el responsable de las excavaciones, el asiriólogo francés Pascal Butterlin, según AFP.
Erigida a la entrada de Dur Sharrukin (‘La fortaleza de Sargón’, en asirio) cerca de la actual aldea de Jorsabad y a unos 15 kilómetros de la moderna ciudad de Mosul, la enorme escultura representa a Lamassu, una deidad asiria con cabeza humana, cuerpo de toro y alas de águila. Los escultores asirios solían ubicar pares de estatuas de Lamassu a la entrada de los palacios, mirando tanto al exterior como a los patios interiores, describe Heritage Daily.
Estas imponentes obras se realizaban en alto relieve, lo que permite apreciar una doble perspectiva: la figura parece inmóvil cuando se la ve de frente, pero moverse si se la mira de costado.
Dur Sharrukin fue fundada como capital por el rey Sargón II, que gobernó Asiria del 722 al 705 a. C., poco después de que este ascendiera al trono, señala Butterlin. La Limassu se emplazó en la entrada de la ciudad para brindar protección. Después de la muerte del soberano, su hijo y sucesor, Senaquerib, decidió trasladar la capital a Nínive y la ciudad legada por su padre quedó inconclusa.
La estatua de Lamassu fue descubierta cerca de Jorsabad en 1992. En 1995, le robaron la cabeza, pero luego la recuperaron y conservaron en el Museo de Irak, de acuerdo con el comunicado de la Junta Estatal de Antigüedades y Patrimonio de Irak. En 2014, volvieron a enterrarla, pero sin cabeza, como parte de una campaña para preservar los restos arquitectónicos en el contexto de los conflictos armados que azotaban el país.
Probablemente, gracias a ese recaudo la figura de Lamassu se haya salvado de ser destruida, ya que los militantes del Estado Islámico a menudo saqueaban y destruían los restos de las antiguas civilizaciones.