El italiano Maurizio Pollini, considerado uno de los grandes pianistas del siglo XX, ha muerto a los 82 años de edad tras una larga enfermedad que le había obligado a cancelar sus últimos conciertos, anunció ayer sábado el teatro de la Scala, el templo milanés de la ópera al que estaba muy unido.
Admirado por su prodigioso virtuosismo, por la amplitud de su repertorio y por la originalidad de sus interpretaciones, con su muerte desaparece “uno de los grandes músicos de nuestro tiempo y una referencia fundamental en la vida artística del teatro durante más de cincuenta años”, escribió la Scala en su web.
«El superintendente Dominique Meyer, el director musical Riccardo Chailly, los profesores de la orquesta y los trabajadores de la Scala están al lado de su esposa Marilisa, su hijo Daniele y toda la familia», añadió.
Pollini fue un intérprete capaz de revolucionar la percepción de autores como Chopin, Debussy y el propio Beethoven y promover con incansable dedicación la escucha de las vanguardias históricas, sobre todo de Schönberg, y de la música actual, según recuerda la que fuera su casa durante cinco décadas.
Junto a su grandeza como pianista, «sigue siendo fundamental su testimonio sobre el papel mismo de la música, entendida como componente esencial de la cultura y de la vida cívica y como instrumento de transformación de la sociedad», añade.
Pollini destacó en la música de cámara, pero en el centro de su larga carrera «se encuentran sobre todo los recitales: desde el histórico ciclo con las 32 sonatas de Beethoven en 1995 hasta el esperado concierto anual en el que recurrían las estrellas fijas de su universo musical: además Bach, Beethoven, Brahms, Chopin, Debussy, Schönberg y Noveno».