Un equipo de arqueólogos ha descubierto en Turquía el esqueleto de una mujer que data de hace 12.000 años, enterrado junto a restos de animales salvajes a orillas del río Tigris, informa Arkeonews.
El esqueleto podría pertenecer a una chamana o figura de importancia espiritual para su comunidad, o pudo haber sido enterrada por alguien que practicaba formas asociadas con lo que hoy entendemos como animismo o chamanismo.
Si se confirma esta hipótesis, podría ser uno de los primeros ejemplos conocidos de comportamiento cultural complejo en la Anatolia de la época neolítica, según un estudio publicado en la revista L’Anthropologie.
Los científicos describieron el esqueleto, etiquetado como ÇH 2019/05, como perteneciente a una mujer de entre 25 y 30 años. Los restos fueron encontrados en el asentamiento neolítico de Çemka Höyük, en el sureste de Turquía.
Restos del extinto uro
Lo llamativo de este hallazgo es que junto a la mujer había restos de varios animales, entre ellos, ovejas o cabras, alas de perdiz, patas de marta y el cráneo de un uro, un bóvido salvaje extinto parecido al toro, pero de mayor tamaño.
La mujer fue enterrada bajo la fosa, y la tumba fue sellada con un gran bloque de piedra caliza, un detalle que se destaca porque supone una práctica contraria a las tradiciones funerarias de la época.
Tras la excavación del sepulcro, sorprendió aún más a los arqueólogos encontrar colocado sobre el cuerpo de la mujer el cráneo de un uro, con la mandíbula separada y apoyada a sus pies.
Contexto histórico del entierro
La antigüedad del entierro se remonta a más de 12.000 años, un período en el que los habitantes de la Tierra eran cazadores-recolectores. Como la ganadería aún no existía, los animales hallados en la tumba probablemente fueran salvajes.
El período Neolítico precerámico de fase A, al que pertenece el entierro, se extiende desde 10.000 a 8.800 a. C. Esa etapa fue crucial en la evolución de las sociedades humanas, marcada por la transición de los estilos de vida nómadas de cazadores-recolectores a formas de vida más sedentarias y la introducción de la agricultura. De hecho, es un período de transformación donde comienzan a surgir los primeros asentamientos humanos permanentes.
Según el autor principal del estudio, el arqueólogo Ergül Kodas, de la Universidad Mardin Artuklu de Turquía, el hecho de que haya tantos huesos de uro sugiere que los bovinos salvajes tenían una gran importancia y que eran una fuente relevante de alimento, a pesar de que serían domesticados miles de años después.
Esta tumba proporciona información importante sobre los rituales y la vida social de comunidades de cazadores-recolectores antes del desarrollo de la agricultura.