El fotógrafo estadounidense David Douglas Duncan, célebre por su trabajo sobre la guerra de Corea en 1950 y por haber inmortalizado a Picasso, falleció a los 102 años en la Costa Azul francesa, indicó el viernes el museo Picasso de Antibes.
Douglas Duncan, que también era amigo íntimo del artista español, murió como consecuencia de una «neumopatía rodeado de sus allegados», indicó el director de este museo del sureste francés, Jean-Louis Andral.
El fotógrafo, que vivía en la Costa Azul francesa desde los años 1960, «conoció a Picasso en 1956 y fueron muy amigos hasta su muerte en 1973», una amistad que mantuvo luego con su viuda, Jacqueline, y su hija Catherine, agregó el director.
“Las jóvenes generaciones quizá piensan que Picasso era misterioso. No lo era en absoluto. Para mí, en cambio, existe un misterio: le he fotografiado unas veinticinco mil veces. En cada ocasión, parecía completamente normal, semejante a cualquier persona, excepto por los ojos. Se reía, estaba siempre muy atento a lo que decías, se interesaba por ti. Pero en mis encuentros con él nunca llegué a saber en qué pensaba”, dijo Douglas Duncan al ser preguntado sobre su amistad con Picasso. Se calcula que Ducan tomó más de 25.000 fotografías del artista español.
Movilizado durante la Segunda Guerra Mundial, Douglas Duncan hizo de los militares el centro de su trabajo. En el prefacio de su libro titulado «This is war!» (Es la guerra), publicado en 1951, el fotógrafo escribió: «No hay ninguna conclusión impactante (en el libro). Solo el deseo de mostrar un poco lo que un hombre debe soportar cuando su país decide entrar en guerra».
Hasta su muerte, permaneció marcado por su reportaje en plena guerra de Corea (1950-1953), manteniendo intacto su espíritu de revuelta contra la tragedia de los conflictos.
En junio de 2011, tras una donación que le hizo al Museo de Málaga,El Paísde España lo entrevistó. Estas son algunas frases de esa entrevista:
«Nos caímos bien y nos fiamos el uno del otro. No le molestaba ni preguntaba qué hacía. Miraba y disparaba. Sin flas, sin hacer ruido. Con el máximo respeto».
«Era un hombre bajito, pero su mirada le hacía enorme. No estoy seguro de haber podido capturar todo el significado de esa mirada. No era intimidatoria. Era algo misterioso e indescriptible».
«Verle trabajar era formidable (..) con un juguete, cualquier utensilio o el resto de una comida daba pie a una obra de arte. En familia era muy actor. Jugaba mucho con los pequeños. Hacía teatro, se disfrazaba».