Donald Trump amenazó a China con una guerra comercial total si procede, como ha anunciado, a imponer sus propios aranceles sobre productos importados de Estados Unidos.
“No va a quedar nadie que haga negocios con China”, ha advertido el presidente norteamericano.
La amenaza de expandir los impuestos sobre absolutamente todas las importaciones de China ha causado temor en los mercados, más después de que el director del Consejo Económico Nacional se viera obligado a admitir en una entrevista el domingo que esos aranceles no los paga China, sino las empresas norteamericanas.
A los escépticos, Trump les ha respondido este lunes que hay una forma muy fácil de evitar los aranceles: “Basta con comprar a países que no los tengan o, aún mejor, fabricarlos en EE.UU. Así no se pagaría ningún arancel”.
Según la Casa Blanca, no hay motivos para que los consumidores acaben pagando de su bolsillo esos impuestos si las empresas acaban subiendo los precios, como advierten de que harán. Al fin y al cabo, a partir de esta semana esas empresas pagan 25% más por bienes estimados en un valor anual de 200.000 millones de dólares (178.000 millones de euros).
Finalmente, Trump ha amenazado con una escalada de esta guerra comercial con China al insinuar que puede forzar a las empresas norteamericanas a que salgan de China para fabricar sus productos —coches, teléfonos, muebles— en otros países con mano de obra barata como Taiwán.
Demasiada ambición del peluquín