La Juventus de Turín recuperó la sonrisa tras la eliminación de Champions consiguiendo su octavo Scudetto consecutivo. Los de Allegri remontaron tras una mala primera parte ante una descarada Fiorentina que acabó apagándose y que amenazó seriamente el triunfo local.
Fue una jugada de Cristiano que acabó con gol en propia la que terminó por desatascar al gran dominador de la última década en el Calcio italiano.
Comenzó la Juve con el empuje esperado y con ganas a raudales de acabar con los fantasmas de Champions lo antes posible. Dos centros laterales a Cristiano que rápidamente fueron contrarrestados por Milenkovic en el otro área. El serbio silenció a la parroquia turinesa con su tanto a los cinco minutos al recoger un rechace a escasos metros de la línea de gol.
Desde ese momento, los de Allegri se diluyeron cual azucarillo y el panorama pudo ser peor. Los de Montella estaban sueltos, jugando con la ansiedad rival y sin complejos ante un equipo que se limitaba a buscar a un Cristiano que se veía encerrado en la jaula de la defensa rival. Chiesa dio volumen a los silbidos del Juventus Stadium mandando un balón a la madera que ponía en ridículo, otra vez, a la zaga turinesa. Sin embargo, el vigente campeón encontró el premio en un testarazo de Álex Sandro a medio metro del suelo a la salida de un córner.
Quizás no lo merecían, pero los grandes tienen esto. Aún con esas, la Fiore no se arrugó y volvió a meter el miedo en el cuerpo a los locales. Otra vez Chiesa, que campó a sus anchas todo el primer tiempo entre Rugani y Bonucci, se sacó un zapatazo tremendo que escupió el larguero antes de irse a vestuarios entre el descontento de la hinchada local.
En el segundo acto, la Vecchia Signora salió dispuesta a acabar con las dudas y pronto llegó la tranquilidad. Fue Cristiano, el de siempre, el salvador. No marcó, pero arrancó con descaro desde la derecha rompiendo a toda la zaga y poniendo un balón envenenado que Pezzella acabó marcándose en su portería. Desde entonces, el equipo fue otro. Sin alardes, sin brillantez, pero dando señales de fiabilidad por primera vez en todo el choque.
Los de Montella se fueron apagando al mismo tiempo que la Juve se acomodó y adormeció el partido hasta el estallido final que acabó coronándole, de nuevo, como campeón de liga. De nuevo, a lomos de un Cristiano que ya tiene tres campeonatos domésticos de tres ligas diferentes. Puede que sepa a poco tras al batacazo europeo, pero el mérito de esta Juve está por encima de toda duda. Son leyenda.
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