El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, pronunció el martes su discurso sobre el estado de la Nación, un discurso que fue, en igual medida, sorprendentemente bipartidista y profundamente divisivo, reflejo de las profundas contradicciones que están en el centro de su presidencia.
En unos pocos párrafos, Trump se desvió de los llamados a la unidad y la victoria compartida para criticar a los demócratas por su oposición al muro fronterizo que él propone. En un suspiro, presumió de la baja tasa de desempleo. En el siguiente, insistió en que si los demócratas querían la paz y la prosperidad, entonces no podían llevar a cabo “investigaciones partidistas”.
Era Trump en estado clásico: en toda su incongruencia, imprevisibilidad, exageración y ocasionales momentos de sorprendente gracia.
Vi el discurso (sus 82 minutos) y tomé notas. Mis conclusiones iniciales siguen a continuación.
- Trump comenzó con una nota bipartidista, pero…
Previo al discurso, funcionarios de la administración sugirieron que Trump extendería una rama de olivo a los demócratas e instaría a las dos partes en guerra a unirse por el bien del país.
Y así fue como comenzó. “Hay una nueva oportunidad en la política estadounidense, si solo tenemos el coraje de aprovecharla”, dijo el presidente en los primeros momentos del discurso. “La victoria no es vencer por nuestro partido. La victoria es vencer por nuestro país”.
¡Lo que es un gran sentimiento!
El problema, por supuesto, es que Trump es un mensajero profundamente defectuoso en todo eso de la “unidad”. Una frase como esta: “Debemos rechazar las políticas de venganza, resistencia y desquite… y abrazar el potencial ilimitado de la cooperación, el compromiso y el bien común” podría funcionar si la dijera alguien que, bueno, no sea Trump.
Él, literalmente, hizo de la “política de venganza, resistencia y desquite” una forma de arte durante la campaña de 2016. Cambiar de repente y pedirle al Congreso que deje de lado la desagradable retórica y los insultos se siente un poquito como mira quién habla.
E incluso cuando llamó a la unidad, Trump calificó repetidamente a los demócratas de obstruccionistas que se inclinan por las fronteras abiertas y que no están dispuestos a condenar las voces dentro de su partido que hacen comentarios extremistas sobre el aborto.
- La paz no es igual a “investigaciones partidistas”
La frase que probablemente sea más citada, especialmente por los críticos de Trump, fue: “Si va a haber paz y legislación, no puede haber guerra e investigación. Simplemente no funciona de esa manera”.
La lógica aquí, aunque forzada, dice así: si quieres prosperidad económica, no puedes investigar al presidente. Uno no funciona con lo otro.
Esa no es cualquier frase, dado que la administración de Trump está en medio de una investigación dirigida por el fiscal especial Robert Mueller, su compañía está en medio de una investigación del Distrito Sur de Nueva York y los demócratas de la Cámara de Representantes están preparando una serie de investigaciones sobre, entre otras cosas, el gabinete de Trump, sus impuestos y el despido del director del FBI James Comey.
Es también una frase que evoca una comparación menos que ideal para Trump. “Creo que ha llegado el momento de poner fin a esa investigación y a las demás investigaciones sobre este asunto”, dijo el entonces presidente Richard Nixon en su discurso del estado de la Unión de 1974. “Un año de Watergate es suficiente”.
Así que, bueno.
- Las mujeres mandan
Era difícil no fijarse en la gran cantidad de mujeres demócratas sentadas juntas en la Cámara de Representantes vestidas de blanco en honor al movimiento sufragista. (Un número récord de mujeres fueron elegidas para el Congreso en las elecciones de 2018).
Y ese grupo de mujeres ofreció el momento más sorprendente — incluso para Trump — de la noche. Al exponer sus éxitos económicos, Trump pronunció estas líneas:
“Todos los estadounidenses pueden sentirse orgullosos de tener más mujeres que nunca antes en el mercado laboral… Y exactamente un siglo después de que el Congreso aprobara la enmienda constitucional que otorgaba a las mujeres el derecho al voto, también tenemos más mujeres que nunca que prestan servicios en el Congreso”.
Fue repetidamente interrumpido por aplausos cuando las mujeres -casi exclusivamente demócratas- chocaban sus manos y se abrazaban para celebrar su trascendental logro. “Se suponía que no debían hacer eso”, bromeó Trump.
La celebración del número récord de mujeres en el Congreso se transformó en una ovación con gritos de “¡EE.UU.! ¡EE.UU.!” que — respiro — pronto puso en pie a la sala entera. Trump claramente amaba cada segundo, a pesar del hecho de que muchas de las mujeres elegidas en 2018 no solo fueron impulsadas a participar, sino que lograron la victoria por su oposición a él y sus políticas. “Eso es genial, realmente genial”, dijo. “Y felicidades, eso es genial”.
Fue un momento agradable para todas las partes. Y uno raro, tanto en este discurso como en nuestra política más amplia.
- Se planteó el caso de una emergencia nacional en la frontera
Trump no dijo que declararía una emergencia nacional en la frontera sur si el Congreso no podía llegar a un compromiso antes del 15 de febrero.
Pero presentó los fundamentos de por qué su mano se vería obligada a hacerlo de llegar el momento. “El estado anárquico de nuestra frontera sur es una amenaza para la seguridad y el bienestar financiero de todos los estadounidenses”, dijo Trump en un momento dado. En otro, describió la “muy peligrosa frontera sur”. En otro más, pintó una imagen de las ciudades de México que cargan inmigrantes indocumentados en camiones y autobuses para acercarlos a las partes no seguras de la frontera con Estados Unidos.
En la medida en que no hubo ningún tipo de tema unificador en este discurso — y realmente hay que buscar duro para encontrar uno — Trump argumentó que el país está bajo una grave amenaza de la inmigración ilegal y que si el Congreso no actúe, él lo hará.
“En el pasado, la mayoría de las personas en esta sala votaron por un muro, pero nunca se construyó el muro adecuado”, dijo Trump. “Yo lo construiré”.
- Las reacciones
Parte del discurso del estado de la Unión son las reacciones del partido de oposición. Y con Trump en la Casa Blanca y la carrera demócrata rumbo a 2020 ya en pleno apogeo, fue temporada alta para las reacciones de los demócratas profundamente descontentos con los pronunciamientos de Trump.
Ahí estuvo la mirada de la senadora por Nueva York Kirsten Gillibrand (D). La mueca de consternación de la senadora por California Kamala Harris (D). La aparente expresión impropia del líder de la minoría del Senado, Chuck Schumer, ante un reclamo de Trump. Y luego estuvo el aplauso de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, a Trump, una palmada de manos que ya se ha convertido en un meme.
Para los demócratas, estas reacciones provocarán oleadas de euforia. Para los republicanos, serán vistas como los reflejos de un partido que no está dispuesto a dar nunca al presidente el beneficio de la duda. Para el resto de nosotros, es un recordatorio de que a) un discurso no cambia las opiniones de las personas y b) el discurso del estado de la Unión es un gran espectáculo de televisión.