El Barcelona persiste en su objetivo de recuperar a Dembélé para la causa. El técnico está contento con su evolución. Cree que podría ser mejor, pero en esta temporada ha dado un salto cualitativo. Le queda mucho por mejorar, pero aparecen brotes verdes en su juego.
Donde está el verdadero caballo de batalla es en su vida personal. El técnico, la secretaría técnica y el vestuario coinciden en que Ousmane es buen chaval.Todos lo tienen claro. No tiene enemigos, al contrario, cae bien. Pero también tienen muy claro que su vida es un desorden y que toca cambiar los hábitos. No es extraño que algún compañero reciba un mensaje del delantero preguntándole cuándo se entrena. «No se entera», dicen.
El principal problema es su vida nocturna y no es que sea un aficionado a las salidas. Si Neymar se pasaba las noches en vela jugando al póker, a Dembélé le gustan los videojuegos y las series de televisión. Se queda enchufado a la pantalla hasta bien entrada la madrugada. Ese es su principal problema. El domingo volvió a quedarse dormido y llegó dos horas tarde. En el club van a tomar medidas. Una de ellas ha sido muy clara. Tiene prohibido apagar o dejar en silencio el móvil por la noche. Porque desde el club tienen pensado llamarle por la mañana ante cualquier riesgo de retraso.
También han vuelto a hacer hincapié a sus representantes para que estén más encima del futbolista. No le acompañan todo lo que deberían y eso repercute en su comportamiento. En el club confían en reconducir la situación. Todos están apretando para que una inversión de 150 millones de euros no se les vaya al garete. La multa de 200.000 euros que le va a caer también tendrá su efecto, aunque en el club consideran que la ‘diplomacia’ es la mejor vía para que cambie de hábitos.