El cineasta salvadoreño Ronald Algarin, originario de Santa Ana, ha dirigido su primer largometraje, un thriller que aborda el tráfico de órganos en un entorno inesperado: una iglesia. La producción, filmada en El Salvador y Los Ángeles, refleja tanto la realidad social del país en 2012 como la transformación de su seguridad en los últimos años.
La película surgió durante la pandemia, cuando Algarin y su familia decidieron plasmar una historia que combinara suspenso con una problemática social. «Queríamos hacer algo con lo que contáramos con recursos, y teníamos acceso a una iglesia, lo que nos llevó a desarrollar la idea», explicó el director en una entrevista exclusiva para Diario La Huella.
Sobre el impacto de su película, Algarin comentó: «Nos enfocamos en desarrollar una historia que atrapara al espectador desde el inicio. La actuación y el desarrollo de la trama fueron elementos clave para lograrlo».
Uno de los principales logros de Algarin ha sido asegurar la distribución del filme en varios países de la región. «Bueno, como te dije en el inicio, que como no se tenía trayectoria, estamos tratando de, primero crear algo, y de ahí mostrar lo que tenemos. Claro, el riesgo es más alto, porque posiblemente no te aceptan, y vos ya has invertido, pero sabía muy bien que esa era la mejor opción, y fue una decisión con toda la familia. Terminamos haciendo todo, creamos todo el material de promoción, como que ya teníamos distribución, hasta el póster creado final, como que ya lo llevábamos con las medidas para el cine».