Luego de 22 años en la piscina, Celina Márquez decidió poner un alto a su carrera en la alta competencia de natación. La tritona salvadoreña logró competir en dos ediciones de Juegos Olímpicos, Tokio 2020 y París 2024, experiencias que marcaron su vida de manera única.
Para Celina, ambos Juegos Olímpicos fueron experiencias inolvidables, aunque las circunstancias fueron diferentes. El primero de ellos, Tokio 2020, se desarrolló en un contexto completamente diferente al habitual debido a la pandemia del COVID-19. Los atletas tuvieron que enfrentar medidas sanitarias estrictas, como el uso obligatorio de mascarillas y la ausencia del público en las gradas
Para Celina, esta última fue una diferencia significativa, ya que la emoción de competir en un evento tan grande fue atenuada por la falta de energía del público. “La diferencia más grande fue el hecho de usar mascarillas”, confesó, pero agregó con determinación que, a pesar de esas medidas, nada pudo frenar su conexión con los demás atletas ni su capacidad para disfrutar de la experiencia. “Tokio fue un excelente anfitrión y, definitivamente, esa es una de las cosas que recuerdo perfectamente, que la mascarilla no fue una barrera para nosotros, los atletas, de poder vivir la experiencia olímpica”, dijo.
En París 2024 la situación cambió, y Celina vivió los Juegos Olímpicos de manera completamente distinta. La Ciudad de la Luz, conocida por su magia y belleza, fue el escenario de esta nueva aventura olímpica. Para la nadadora, París representaba mucho más que una competencia. “París siempre se ve como un lugar mágico, una ciudad hermosa, y así fue”, compartió emocionada.
Además, el hecho de que los Juegos se llevarán a cabo con público en las gradas fue algo que disfrutó profundamente. Para otros atletas, la presión del público podría haber sido un factor desafiante, pero para Celina fue todo lo contrario. “El hecho de haber estado ahí y tener un público presente, un público caluroso, fue increíble”, recordó.
Más allá de las medallas y logros obtenidos, Celina ha vivido una historia de sacrificio, superación y transformación. Su dedicación al deporte la llevó a representar a su país en los escenarios más importantes, pero lo que más valora no son las victorias, sino las experiencias que le dejaron esos años de entrenamiento y competencia. “Creo que es de las cosas que nunca me voy a arrepentir en mi vida. Cada entrenamiento, cada momento vivido en la piscina, me dejó algo bonito, desde las personas que conocí hasta los lugares a los que fui a competir, todo lo que sacrifiqué no lo vi como un sacrificio, sino como una elección consciente y una decisión que me llevó a crecer y aprender”, afirmó.
Después de años de dedicarse de lleno a la natación, Celina se encontró frente a una nueva etapa en su vida. “Graduarme de la Universidad fue como un impulso para tomar la decisión de retirarme de la natación porque quería vivir una experiencia nueva, el ejercer mi carrera”, aseguró.
A pesar de que la natación había sido su gran pasión, en ese momento sentía que era hora de darle espacio a otras facetas personales que no habían tenido la oportunidad de desarrollarse. “Ahora es momento de darle ese mismo tiempo y dedicación a otras cosas de mi vida que estuvieron en pausa o que simplemente nunca se desarrollaron”, explicó con determinación.
Aunque su retiro de la natación podría significar un cambio importante en su vida, Celina no se ha planteado dejar el deporte. De hecho, tiene entre sus planes realizar un triatlón, pero en estos momentos está involucrada en el mundo “runner”, donde tiene planeado correr alguna maratón. Vale mencionar que ya se encuentra inscrita para la Maratón de Valencia a realizarse en diciembre de este año.
Por cierto, el correr no es nuevo en su vida, pero fue durante la pandemia de 2020, cuando el confinamiento cambió muchas rutinas, que Celina encontró en el correr una válvula de escape. Durante los meses que estuvo en Estados Unidos, corrió como una forma de mantener su salud mental y encontrar su espacio personal, lejos de la presión de la alta competencia.
Lo que más la motiva en este nuevo capítulo es la importancia del equipo, incluso en un deporte individual. “En el equipo en el que estoy, aunque correr se hace solo, el equipo nunca te deja”, dijo con una sonrisa, destacando la importancia del apoyo mutuo en este nuevo desafío. A pesar de que cada uno trabaja en sus propias metas, Celina ha encontrado nuevas amistades y redes de apoyo que la hacen sentir acompañada.
Celina sigue soñando con grandes metas, no solo en el deporte, sino también en su vida profesional. Aunque actualmente trabaja de manera híbrida, tiene claro que uno de sus próximos pasos será continuar su educación. Está considerando estudiar una maestría fuera del país, aunque aún no ha decidido en qué especialidad ni en qué lugar. “La maestría está en mis planes. Es algo que sí de verdad quiero hacer”, afirmó.
Además de continuar con sus estudios, Celina tiene claro que es fundamental contar con un grupo de apoyo sólido en la vida. “Deben agarrarse de sus papás, que son las personas que nunca los van a dejar, pero también tener un grupo de apoyo sólido que siempre esté para ustedes y los anime a alcanzar cualquier meta”, aconsejó a las nuevas generaciones de atletas.
Según Celina, un sueño solo es eso hasta que se convierte en una meta. Para lograrlo, es esencial trabajar arduamente, tener paciencia y estar rodeado de las personas adecuadas. “No dejen que sus sueños sean considerados locos, porque si uno trabaja por esos sueños, se van a hacer metas y esas metas se van a llegar a cumplir”, concluyó.
Celina Márquez es un testimonio de resiliencia, determinación y capacidad de adaptarse a nuevos desafíos sin perder de vista los valores que la han acompañado a lo largo de su vida. Tras una exitosa carrera en la natación, se ha atrevido a reinventarse, adentrándose en el mundo del atletismo, pero manteniendo la disciplina y la pasión que la caracterizaron durante su carrera deportiva.