El papa Francisco abre el martes el «Año Santo» 2025 de la Iglesia católica, el gran peregrinaje internacional para el cual se esperan más de 30 millones de fieles de todo el mundo en Roma, bajo el signo del Jubileo.
En esta Nochebuena y en presencia de unas 30,000 personas y con transmisión a todo el mundo, el jesuita argentino abrirá la Puerta Santa de la basílica de San Pedro del Vaticano, simbolizando la inauguración de este Jubileo «ordinario «.
A lo largo de todo el año, los peregrinos podrán atravesar esta pesada e imponente puerta de bronce, cerrada en tiempos normales, para recibir la «indulgencia plenaria», el perdón de los pecados según la tradición.
El papá, de 88 años y con frecuentes problemas de salud, presidirá como cada año la misa de Nochebuena en la basílica de San Pedro, antes de pronunciar el miércoles a mediodía su tradicional bendición «urbi et orbi» (a la ciudad y al mundo). ).
Se espera que haga un repaso de los conflictos mundiales y renueve sus llamados a un alto el fuego en Oriente Medio, tres días después de criticar la «crueldad» de los ataques en Gaza, unos comentarios que provocaron las protestas de diplomáticos israelíes.
La seguridad en torno al Vaticano fue reforzada tras el ataque mortal contra un mercado navideño en Alemania. Unos 700 agentes adicionales fueron enviados a Roma, anunció el Ministerio del Interior.
«Pequeño milagro»
Organizado cada 25 años por la Iglesia católica, el Jubileo es visto como un tiempo de conversión y penitencia para los fieles y se acompaña de una larga lista de eventos culturales y religiosos.
En preparación para el Jubileo, Roma emprendió importantes obras que han puesto a prueba la paciencia de los residentes, con la restauración de monumentos y plazas del centro histórico.
Entre los más emblemáticos figura un túnel cerca del castillo de Sant’Angelo, muy cerca del Vaticano, inaugurado el lunes por la primera ministra italiana Giorgia Meloni, quien pareció que la conclusión del proyecto fue un «pequeño milagro».
En una ciudad ya tomada por millones de visitantes y conocida por la deficiencia de su transporte público, el acontecimiento suscita interrogantes sobre el turismo excesivo y su impacto ambiental.
El papa ha hecho de la protección ambiental un pilar de su pontificado.
La apertura de la Puerta Santa será seguida en los próximos días por las de otras tres grandes basílicas de Roma (Santa María la Mayor, San Pablo Extramuros y San Juan de Letrán) y de millas más en las iglesias de todo el mundo.
Fiel a su apego a los marginados, Francisco celebrará esta tradición el jueves en la prisión romana de Rebibbia, donde presidirá una misa como señal de su cercanía con los presos.
Fieles LGTB y mascotas manga
El Jubileo se dirige principalmente a los 1,400 millones de católicos, pero supera el marco religioso, como se observa con la venta de productos conmemorativos como botellas de agua, gorras y camisetas con el logo oficial.
Apartándose de su herencia histórica, fue el papa Bonifacio VIII quien instituyó esta tradición en 1300 en Roma.
El Jubileo se ha modernizado e incluso se ha creado una aplicación para teléfonos inteligentes en seis idiomas con información práctica, mapas interactivos, horarios y códigos QR.
También tiene su propia mascota, llamada Luce («luz» en latín), inspirada en un personaje de la cultura pop manga, una iniciativa sin precedentes para el Vaticano, que ha despertado críticas pero que algunos ven como un deseo de renovación generacional.
La edición de este año, llamada «Peregrinos de la Esperanza», reunirá a grupos de todos los ámbitos: jóvenes, migrantes, artistas, músicos, asociaciones, el mundo del deporte, la empresa y la educación.
La asociación italiana católica LGTB+ La Tenda di Gionata se inscribió en la web oficial de la peregrinación a inicios de septiembre, en momentos en que el papa argentino hace cada vez más llamados para que la iglesia se abra a «todos».
En 2016 se celebró un Jubileo «extraordinario» bajo el lema del perdón. El próximo tendrá lugar en 2033 para conmemorar la crucifixión de Cristo.
El último Jubileo «ordinario», organizado en 2000 bajo Juan Pablo II, reunió a 25 millones de personas.