El Real Madrid ganó al Villarreal y apagó todas las alarmas encendidas tras la derrota frente al Lille. El equipo blanco mejoró con respecto al partido de Champions, algo que tampoco era muy complicado, pero lo suficiente para sumar tres puntos con los que dijo adiós al fantasma de la crisis y que le sitúa en lo más alto de la tabla empatado con el Barcelona, que juega hoy ante el Alavés.
Dicen que cuando estás perdido, lo mejor es regresar al inicio del camino y eso es lo que hizo Ancelotti ante el Villarreal. Echó mano del librillo del año pasado para adelantar a Bellingham y ponerlo donde más daño hizo: cerca de la portería. Así, recuperando su vieja fórmula, sin Rodrygo que se quedó en el banquillo, el italiano confiaba en dejar atrás la derrota en Lille que provocó una especie de crisis en el Real Madrid. Esa era su idea, pero en el arranque del duelo se vio que en el equipo blanco no se acerca al del año pasado.
Todas las vergüenzas merengues, especialmente defensivas, las mostró el Villarreal en el inicio del duelo. El equipo de La Plana mostró bien a las claras que no estaba dispuesto a pagar los platos rotos de la derrota blanca en Champions. Los de Marcelino entraban por banda con mucha facilidad y con eso, llegaban los remates muy peligrosos a la meta de Lunin. En el Real Madrid, alguna aparición de Vinicius, Mbappé o Bellingham ilusionaban a un Bernabéu que no se dejaba engañar y pitó a los suyos tras una ocasión del Villarreal.
Eso fue en el minuto 10 y pintaban bastos para los blancos, pero apareció una jugada ensayada y un rebote para convertir los pitos en aplausos. En un córner, Modric le da el balón a Bellingham, que atrae a la defensa, pero deja pasar el esférico para que éste llegue a Valverde que, de un potente disparo, puso el 1-0. Un gol en el minuto 14 y en el que la fortuna se alió con los blancos porque el disparo de Valverde dio, cosas del destino, en Baena y acabó tomando un efecto ante el que no pudo hacer nada el meta del Villarreal.
Euforia en el Bernabéu, pero que duró poco porque el Villarreal, a través de Barry, estrelló un balón en el larguero dos minutos después del 1-0. La victoria no estaba ni mucho menos cerrada para el Real Madrid que seguía sufriendo mucho en defensa con las entradas por banda de los de Marcelino. Eso lo contrarrestaba en ataque con un Vinicius que renació tras unos malos partidos. El brasileño lideró el ataque del equipo merengue que tuvo varias ocasiones, alguna clara de Mbappé, para volver a marcar. Al final, ninguno de los dos equipos lo hicieron y se llegó al descanso con ese 1-0 a favor del Real Madrid.
El segundo acto comenzó con el Villarreal buscando presionar la salida de balón de un Real Madrid que respondió ralentizando el juego, intentando tener más el balón. Así, minimizaba los peligrosos ataques por banda del Villarreal y respiraba más tranquilo en defensa. Eso, sin renunciar al ataque, pero midiendo mucho cuándo y por dónde atacar. Esa batalla táctica fue el escenario de esa segunda mitad en la que el Villarreal no parecía tan peligroso como en la primera, mientras los blancos medían muchos sus acciones, especialmente para no perder balones tontos que acabaran provocando una ocasión visitante, que las hubo. Y es que el Real Madrid se libró de un penalti de Tchouaméni a Barry, que el árbitro señaló, pero acabó corrigiendo porque el delantero del Villarreal estaba en fuera de juego cuando recibió el balón.
Con el tiempo en su contra, Marcelino hizo un triple cambio para darle más mordiente y aire a su equipo con Yeremy Pino y Akhomach arriba. Ancelotti le respondió quitando a Mbappé y Camavinga por Rodrygo y Militao, respectivamente. Todos esos movimientos tácticos de los dos entrenadores se los ‘cargó’ Vinicius con el 2-0 en el minuto 73. Disparo desde frontal del brasileño que acercaba el triunfo para los madridistas. Eso sí, Vinicius no pudo acabar el partido porque se marchó en el minuto 80 con gestos de dolor en el hombro derecho tras una caída.
El Villarreal apretó buscando el gol que le permitiera entrar en el partido. Esta vez, el Real Madrid no tuvo un ‘apagón’ y acabó sumando tres puntos balsámicos. La fiesta blanca no acabó bien porque Carvajal, tras una acción con Yeremy Pinto, tuvo que ser retirado en camilla y tapándose la cara con las manos. Algo que, desgraciadamente, no invita al optimismo con el lateral del Real Madrid.