El Barcelona no para, no se detiene, no afloja y sigue corriendo, peleando, presionando, combinando… Y goleando. Esta vez fue en Montilivi, cuatro meses después de sufrir una remontada humillante que sentenció la Liga (y a Xavi), devolviéndole la bofetada a un Girona impotente. Le metió un incontestable 1-4 que pudo ser aún más duro y amplio en el marcador.
Pero demostró que futbolísticamente disfruta de un momento inmejorable. Cinco de cinco, 15 puntos en el mejor inicio liguero desde 2017 y, lo más positivo, ofreciendo una imagen por momentos monumental y de principio a fin incontestable. El Barça, bestial, sigue siendo, de momento, intocable.
¿Cómo volverá del parón? se preguntaba un entorno azulgrana que sigue pellizcándose para convencerse de que todo esto es real. No era, en tiempos pasados, extraño que el parón de selecciones le pasara factura al Barça. Esta vez, al contrario, descubrió un equipo desbocado y con un hambre olvidada en el tiempo.
Flick tiene entre sus mandamientos uno fundamental: empezar a tope, seguir a tope y acabar a tope. Revolucionados y sin regatear esfuerzos. La intensidad como arma principal. Y el Girona fue barrido sin más remedio. Tal como lo sufrió el Valladolid o lo padeció, en juego pero no en goles, el Rayo Vallecano en aquella segunda mitad el 27 de agosto, cuando fue remontado por un Barça que empezó a dar respeto…
Antes del miedo que provoca ahora. Lo provoca porque físicamente este grupo es una bestia que no da descanso al rival y que provocó que el Girona, un equipo que gusta de tocar y mimar el balón, fue destrozado precisamente por intentar mostrar esa virtud.
Lamine Yamal merece, casi siempre, un apunte al margen. Un apunte que repita lo bueno e indescifrable que es. Fue él quien encaminó la victoria con dos golazos, casi inmediatos, en la primera mitad. Y disfrutó mostrando una versión incorregible, de futbolista con ganas de seguir el consejo de Flick: no bajar nunca la guardia.
Y claro, si no la baja Lamine Yamal, en este Barça no la baja nadie. Desde Ter Stegen, salvador del 1-2 y salvado por el VAR de un penalti que había señalado inicialmente el
árbitro, y hasta Lewandowski todos los futbolistas corren como si cada partido fuera el último. Con una potencia física entre desconocida y olvidada, corriendo el futbolista y corriendo el balón, imposible de controlar por los rivales.
Para el Girona, desde luego, fue un ejercicio imposible. Absolutamente. Dos del joven crack en el primer tiempo, la sentencia de Dani Olmo (soberbio) apenas comenzar el segundo tiempo y la puntilla, goleada, de Pedri tras una asistencia mágica de Casadó.
Salvó la imagen el gol de Stuani y lo que fue una goleada no llegó a ser de escándalo porque Pedri, Lewandowski, Raphinha o Pau Victor no estuvieron ya tan acertados con la victoria sentenciada, pero nada evitó que Girona asistiera a otra exhibición de este nuevo Barça de Hansi Flick, al que ni la expulsión de Ferran Torres ni la lesión (falta saber el alcance) de Dani Olmo frena en su carrera.