A la actriz le diagnosticaron un cáncer de mama por primera vez en 2015 y entró en remisión dos años más tarde. Desde entonces se ha sometido a radioterapia, quimioterapia y a una mastectomía, y continúa en tratamiento. Desgraciadamente, en 2020 descubrió que la enfermedad había regresado y hace unos meses anunció que se había extendido al cerebro.
Shannen ha seguido luchando con todas sus fuerzas, aunque las últimas noticias sobre su estado de salud no son buenas. El cáncer afecta ahora también a sus huesos, pero el hecho de que ella haya querido compartir esta información no significa que esté lista para despedirse.
«No quiero morir», ha explicado a la revista People. «Todavía no he terminado de vivir. Todavía tengo que amar, y crear, y con un poco de suerte hacer que el mundo mejor un poco. Sencillamente, aún tengo cosas por hacer».
La espiritualidad ha sido su motor en los últimos tiempos y la razón por la que no ha tirado la toalla a pesar de padecer una enfermedad terminal. De hecho, a día de hoy tiene más ganas de trabajar y seguir evolucionando que nunca antes, precisamente porque muchas personas dan por sentado que su carrera se ha acabado.
«Rezo mucho. Me acuesto y me levanto dándole gracias a Dios, rezando por las cosas que son importantes para mí sin tratar de pedir demasiado. Me hace sentirme conectada a una divinidad, a un poder superior. La fe es mi mantra. Sé que suena ridículo y como si estuviera loca, pero en una situación como esta, eres más consciente de todo y te sientes afortunada».
