Un nuevo episodio del fenómeno de El Niño/Oscilación del Sur (ENOS) ya se desarrolla en el planeta. Significa que la temperatura del mar en el Océano Pacífico oriental tropical aumentó 0,5 grados centígrado por encima del promedio durante varios meses consecutivos y luego hubo otros cambios en la atmósfera y en los mares.
El Niño, que es un evento natural, se suma este año a los impactos del cambio climático inducido por actividades humanas. Pueden tener efectos diferentes en el planeta, desde más lluvias e inundaciones en algunas zonas hasta sequías en otras, y afectar la salud humana, con más golpes de calor o más casos de infectados por virus transmitidos por mosquitos.
La Organización Meteorológica Mundial (OMM) ya avisó que se prevé que el actual episodio de El Niño se prolongará al menos hasta abril de 2024. El fenómeno se produce con una frecuencia media de entre dos y siete años y su duración suele ser de entre 9 y 12 meses.
El representante de la OMM para América del Norte, Central y el Caribe, Rodney Martínez Güingla, informó que “en América Central habría menos lluvias y más temperaturas máximas altas en promedio por El Niño durante los próximos meses, especialmente en el llamado Corredor seco”. Esta zona es una franja de territorio que atraviesa Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala, y allí viven más de 10 millones de personas, muchas de las cuales se dedican a actividades agrícolas.
“En México, para el mes de enero 2024 de acuerdo al SMN de ese país, la tendencia también iría hacia la reducción de las lluvias en gran parte de ese país, excepto en la zona de la Península de Yucatán, donde se encuentran ciudades turísticas como Cancún y Playa del Carmen”, dijo Martínez Güingla.
En cuanto a Sudamérica, Raúl Cordero Carrasco, investigador en climatología del departamento de física de la Universidad de Santiago de Chile, comentó cómo ya impactó El Niño y qué pasaría en los próximos meses. “En buena parte de Sudamérica, El Niño empuja las temperaturas al alza”, afirmó.
En la cuenca del Amazonas, “El Niño es responsable de la aguda sequía, una de las más intensas en los últimos 50 años. Esta sequía no solamente tiene efectos ambientales importantes sino que ha dejado sin luz al Ecuador. El bajo caudal de afluentes del Amazonas en territorio ecuatoriano, ha hecho imposible operar las hidroeléctricas que solían abastecer electricidad al país andino”, comentó.
“En el Chaco, la región que incluye el norte de Argentina y el sur de Brasil, El Niño podría aumentar las precipitaciones en los próximos meses y aliviar la intensa sequía que ha afectado la zona en los últimos años”, afirmó Cordero Carrasco.
Ghisliane Echeverry, directora General del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales en Colombia, también ha expresado el potencial impacto de El Niño. Durante los últimos dos meses llovió menos que la cantidad promedio. En diciembre se intensificará la sequía en Colombia.
“Actualmente el fenómeno de El Niño está en condiciones de moderado, pero podría alcanzar una intensidad fuerte en el verano”, aclaró a Infobae José Luis Stella, experto en climatología del Servicio Meteorológico Nacional de la Argentina. Si alcanzara esa intensidad fuerte, implicará más lluvias que el promedio en Córdoba, Santa Fe, Corrientes, Misiones, Formosa, Entre Ríos, Chaco, provincia de Buenos Aires y ciudad de Buenos Aires, en Argentina, Paraguay y sur de Brasil.
En tanto, en Patagonia, El Niño está relacionado con una menor chance de calor extremo y olas de calor, señaló.
Como el fenómeno global pueden tener impacto en las actividades cotidianas y producir desastres ambientales y sanitarios, investigadores del Grupo de Investigación Una sola salud de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Las Américas (UDLA), en Ecuador y del Departamento de Emergencias Sanitarias de la Organización Panamericana de la Salud publicaron un llamado de atención en la revista The Lancet Regional Health – Américas.
Esteban Ortiz Prado, dijo: “En América Latina, El Niño podría ocasionar un aumento en enfermedades infecciosas transmitidas por vectores, como los mosquitos. El deterioro en la calidad del agua podría incrementar los casos de enfermedades diarreicas. También podrían producirse daños en infraestructura, desplazamientos de población, migración, escasez de medicamentos en áreas afectadas por el clima, dificultades en el diagnóstico debido al acceso limitado a ciertas zonas, resurgimiento de enfermedades controladas previamente y sobrecarga en los sistemas sanitarios”.
El especialista comentó cuáles son las propuestas para que se actúe a tiempo. “Se necesita que se adopten refuerzo del control de vectores. Se deberían implementar estrategias como la distribución de mosquiteros impregnados con insecticida, programas de fumigación y eliminación de criaderos de mosquitos para prevenir enfermedades como el dengue y la malaria”, afirmó.
También Ortiz Prado enfatizó en que deberían desarrollarse planes de emergencia. Se deberían preparar protocolos de actuación ante desastres, incluyendo evacuaciones, albergues temporales y rutas de acceso seguras para asistencia humanitaria.
Se deberían promover los almacenes con alimentos no perecederos, agua potable y medicamentos esenciales, accesibles para las comunidades en riesgo de aislamiento debido a las inundaciones o daños en la infraestructura.
Además, “se podría mejorar la infraestructura sanitaria para asegurar el acceso a diagnósticos y tratamientos, incluso en áreas remotas o afectadas por el clima”, subrayó