El pasado viernes Taylor Swift se subió al escenario del NRG Stadium para continuar adelante con su actual gira de conciertos, pero en mitad del espectáculo sus fans se dieron cuenta de que estaba sangrando. No estaba claro qué había pasado, porque nadie la había visto hacerse daño mientras cantaba, pero todo apuntaba a que se había hecho un corte en la palma de la mano.
La cantante ha querido aclarar ahora que se trató de una herida sin importancia que no le impedirá seguir adelante con el resto de actuaciones que tiene programadas.
«Por cierto, para aquellos que preguntan cómo me corté la mano, estoy bien y fue todo culpa mía. Tropecé con el dobladillo de mi vestido mientras corría a oscuras entre bastidores para cambiarme. Frené la caída con la mano. Fue todo muy propio de Mercurio retrógrado. No os preocupéis por mí, estoy bien», ha explicado en Instagram.
Los cambios de vestuario exprés eran una de las señas de identidad de la artistas en la primera etapa de su carrera musical, cuando apostaba por una puesta en escena muy teatral para suplir la ausencia de una coreografía muy elaborada. En esta nueva gira ha vuelto a retomar esa costumbre: cada noche luce alrededor de 16 atuendos distintos, y por experiencia, sabe que algo tan sencillo como que le arranquen un vestido para revelar el otro que llevaba puesto debajo puede resultar más complicado de lo que parece.
Por suerte, esta vez todo ha quedado en un susto, y los tres conciertos en Houston le han dejado tan buen sabor de boca por la entrega absoluta del público que está deseando volver a subirse al escenario en Atlanta en cuestión de unos días.