Peshawar vuelve a ser escenario de violencia. Un ataque suicida este 30 de enero en una mezquita ubicada dentro de un complejo policial deja hasta el momento 47 personas muertas y más de 150 heridos, unas cifras que según las autoridades podrían aumentar debido a la cantidad de fieles que se encontraban en el lugar al momento de la explosión.
Según la Policía, entre 300 y 350 personas se congregaban en la mezquita a la hora del rezo cuando el atacante se escabulló hasta las filas delanteras y detonó sus explosivos.
«Nos han dicho que el terrorista estaba en la primera fila», dijo el ministro de Defensa, Khawaja Asif, a la local ‘Geo TV’.
El impacto de la explosión derrumbó el tejado de la mezquita, que se vino abajo y dejo decenas de heridos, adelantó Zafar Khan, agente de policía local.
En los primeros balances liberados por las autoridades, se estima que la mayoría de las víctimas sean uniformados policiales dado que la sede religiosa está ubicada dentro de un extenso complejo que da cabida al cuartel general de la policía de Peshawar.
Por su parte, Ghulam Ali, gobernador de la provincia de Khyber Pakhtunkhwa, de la que Peshawar es capital, dijo que cerca de 150 personas habían resultado heridas, la mayoría de ellas agentes de policía.
El hospital Lady Reading de Peshawar confirmó que había recibido los cuerpos de 33 personas durante la jornada.
Los equipos de emergencia trabajan este lunes para retirar los escombros y rescatar a las personas que aún quedan bajo los muros de la edificación.
Según la policía, muchos de los heridos se encuentran en estado crítico.
La explosión se produjo en un lugar especialmente sensible de Peshawar, a unos 50 kilómetros de la frontera con Afganistán, situación que llevó al Gobierno pakistaní a poner a todo el país en máxima alerta.
El complejo policial está situado en una zona de alta seguridad de Peshawar en la que también hay varios edificios gubernamentales y oficinas de agencias de inteligencia. Las autoridades investigan cómo el sospechoso consiguió penetrar tan profundamente en la zona, ampliamente vigilada, sin ser detectado.
Primer ministro pakistaní Shahbaz Sharif promete «medidas severas» contra los autores del atentado
En un comunicado, el primer ministro Shahbaz Sharif condenó el atentado, ordenó a las autoridades garantizar el mejor tratamiento médico posible a las víctimas y prometió «medidas severas» contra los autores del atentado.
«Los terroristas quieren sembrar el pánico atacando a quienes cumplen con su deber de defender Pakistán», dijo Shehbaz Sharif y agregó que «los que luchen contra Pakistán serán borrados de la faz de la tierra».
Por su parte, el ex primer ministro Imran Khan también condenó el atentado, el cual calificó de «ataque terrorista suicida», y dijo que es «imperativo que mejoremos nuestra recopilación de información y equipemos adecuadamente a nuestras fuerzas policiales para combatir la creciente amenaza del terrorismo».
Aumentan los ataques en suelo pakistaní
Este atentado se suma a una larga lista de ataques calificados de “terroristas” por las autoridades pakistaníes en los últimos meses tras varios años de relativa calma.
Uno de los más graves, en marzo de 2022, una mezquita de la minoría chií en Peshawar fue el objetivo de un atacante suicida cargado de explosivos en un hecho que dejó 56 muertos y decenas de heridos.
Aunque ninguna formación ha reivindicado el ataque de este 30 de enero, las miradas de las autoridades se dirigen a los talibanes pakistaníes (Tehreek-e-Taliban Pakistan o TTP), una formación independiente pero muy cercana a los talibanes de Afganistán.
EL TTP ha protagonizado, desde su formación en 2007, una campaña brutal de ataques y atentados en todo el país, teniendo como objetivo especial las fuerzas de seguridad pakistaníes.
En noviembre de 2022 el alto el fuego del TTP con el Gobierno se dio por terminado y desde entonces la tensión con el grupo –un paraguas de formaciones armadas tribales que ahora cobijan incluso fuerzas separatistas de Baluchistán– no ha hecho sino aumentar.
El TTP lleva a cabo una insurgencia que persigue una aplicación más estricta de las leyes islámicas, la liberación de sus miembros que se encuentran bajo custodia del Gobierno y una reducción de la presencia militar paquistaní en las antiguas regiones tribales del país, según AP.
Pero el autodenominado grupo Estado Islámico también figura entre los sospechosos habituales ya que ha lanzado ataques en suelo Pakistaní, como el atentado en 2018 contra un mitin en Baluchistán, que dejó 128 muertos y un centenar de heridos.