Croacia y Marruecos vivieron un encuentro frenético. Muchos van en contra de que se juegue un partido más para disputar un tercer lugar. Sin embargo, este partido es el mejor premio de consolación que una selección mundialista pudiera conseguir, después de no poder ganar la Copa del Mundo. Ser subcampeón solamente te recuerda la derrota y lo corto que estuviste para alcanzar el máximo trofeo. Hoy, balcánicos y africanos se olvidaron de la final y ellos protagonizaron su último partido en Qatar 2022 de la mejor manera posible.
Las vibraciones empezaron temprano. Josko Gvardiol puso adelante a la escuadra croata cuando apenas corrían ocho minutos del primer tiempo. Luka Modric se encargó de cobrar un tiro libre a varios metros del área grande marroquí. El jugador del Real Madrid lanzó un centro al corazón del área para Ivan Perišić, mismo que recentró el esférico con la cabeza y, cercano al punto penal, Gvardiol se lanzó de «palomita» para rematar e irse arriba en el marcador.
El dulce sabor del gol rápidamente se volvió amargo para los croatas. Achraf Dari respondió por la misma vía. Venció al héroe del Mundial, Livakovic, también de cabeza para poner un empate instantáneo que dejó constancia de su instinto de supervivencia que los impulsó en todo el torneo.
A tres minutos de que concluyera la primera mitad, Mislav Oršić recibió el esférico en un costado del área grande, pero de su genialidad dejó la postal de uno de los mejores goles del Mundial. El jugador croata no pensó ni dos segundos en qué iba a hacer, pues remató de primera intención. El esférico tomó aire y viajó hasta el poste más lejano de Bono, el arquero sensación de Marruecos.
Ambas escuadras se caracterizaron durante todo el Mundial de ser equipos con pundonor, que cuando las piernas ya no les daban, su espíritu era el que tomaba la batuta. Y todo eso se tradujo a este encuentro, más porque los dos fueron los equipos que más disputaron tiempos extras en la fase de eliminación.
