A finales de la década de los años noventa, el nombre de Luc Besson se encontraba asociado a propuestas cinematográficas con una visión original y altamente creativas. Cintas como Azul Profundo, El Perfecto Asesino o Nikita – La Cara del Peligro, pronto crearon un culto alrededor de la obra del autor.
Pero sería con El Quinto Elemento que llegaría el éxito contundente, tanto en taquilla, crítica y audiencia. La cinta de ciencia ficción se adentra en un universo futurista con temática de tintes teológicos y de crítica social, algo que resultó altamente innovador en su época. Asimismo, lanzó al estrellato la carrera de Milla Jovovich y dotó al historial cinematográfico de Bruce Willis con una marca de calidad superlativa.
Y es que esta apuesta de la productora francesa Gaumont Film Company supo construir un universo donde todos sus elementos brillaban. A la dupla protagonista le acompañaron nombres como Ian Holm, Gary Oldman y Chris Tucker —en la que seguramente sea la actuación que se roba el filme—, con lo que el elenco estuvo más que a la altura para sostener la asombrosa historia.
De igual manera, esta película se volvió referente en el ámbito de maquillaje y vestuario durante décadas, pues su combinación de caracterización y estética marcaron tendencia en la industria. Personajes como Diva Plavalaguna, los Mangalores y el mismo Zorg, se volvieron icónicos en para la moda y el cosplay, por lo que de alguna manera esta cinta creo un nuevo lenguaje cinematográfico para abordar tópicos de la ciencia ficción.
La expresión de género jugó un rol trascendente en la película. Desde el punto de vista de los protagonistas y sus roles de género, resultaba llamativa la elección de una figura del cine de acción hollywoodense como Willis compartiendo el estrellato con la gran heroína de la cinta era Leeloo, quien no es otra que el quinto elemento interpretado por Jovovich.
Desde la misma visión disruptiva, los personajes que eran considerados símbolos sexuales en ese universo eran los hombres cuyo performance de género se apegaba a las características convencionalmente entendidas como femeninas. Esto sin duda fue una anomalía en el contexto social de su tiempo y no encontraría réplica hasta quizá nuestro presente.
Esta fama y prestigio provoca que el público se pregunte sobre una posible segunda parte de la historia o incluso un spin-off, debido a las vastas posibilidades de su universo. En entrevista para el medio Uproxx, Robert Kamen, co-guionista de la cinta reveló que el plan original de la producción era lanzar una secuela.
La expresión de género jugó un rol trascendente en la película. Desde el punto de vista de los protagonistas y sus roles de género, resultaba llamativa la elección de una figura del cine de acción hollywoodense como Willis compartiendo el estrellato con la gran heroína de la cinta era Leeloo, quien no es otra que el quinto elemento interpretado por Jovovich.
Desde la misma visión disruptiva, los personajes que eran considerados símbolos sexuales en ese universo eran los hombres cuyo performance de género se apegaba a las características convencionalmente entendidas como femeninas. Esto sin duda fue una anomalía en el contexto social de su tiempo y no encontraría réplica hasta quizá nuestro presente.
«[El guión de El Quinto Elemento] en realidad tenía 180 páginas, y luego [Luc Besson] le agregó una segunda parte, lo que tampoco tenía sentido. Íbamos a hacerlo como una secuela, pero no tenía sentido, y El Quinto Elemento no era lo suficientemente grande aquí. Fue enorme en el resto del mundo, y es un clásico, pero sólo recaudó US$75 u US$80 millones aquí. Estaba muy adelantada a su tiempo. Así que nunca hicimos la secuela, y eso habría significado tomar las otras 180 páginas que tenía [Luc Besson] y trabajarlas en un guion».
El guionista también confesó que al principio no le encontraba mucho sentido a la historia, pero confiaba en la visión del director. El responsable de incluirlo en el proyecto fue el productor Bill Gerber, quien pidió su ayuda para trabajar en el guion, pero tras una primera reunión con Besson, las cosas no pudieron salir peor. Mientras Kamen se esforzaba en hacerle saber al cineasta francés todo lo que estaba mal con el guion, la mala comunicación pudo haber resultado en el fin de su participación en el proyecto: “Billy me llamó y me dijo: Amigo, acabas de arruinar esa relación”.
Afortunadamente tanto como para Kamen como para el mundo del cine, Besson lo contactó una semana después para comenzar a trabajar en la versión final del guion. Ambos pasaron las siguientes semanas en Francia maquinando la parte creativa de una película que llegaría a los doscientos sesenta millones de dólares de recaudación mundial, triplicando así su presupuesto. Es así como la cinta continúa siendo un paradigma para el género de ciencia ficción en nuestro siglo.
