«Para nosotros es completamente evidente que, como resultado de esa decisión, la seguridad de Suecia y Finlandia no se fortalecerá», afirmó el viceministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Riabkov, a las agencias rusas este lunes.
Explicó que con la decisión de estos dos países escandinavos «aumentará el nivel general de tensión militar y será menos predecible la situación en este ámbito».
«Es un nuevo grave error con consecuencias de largo alcance», enfatizó Riabkov, que añadió que se sacrifica el sentido común «por visiones fantasmas de lo que hay que hacer en la actual situación».
Añadió que la respuesta de Rusia después de que cambie la configuración general de la OTAN dependerá de los pasos concretos que suponga la adhesión de Suecia y Finlandia a la Alianza Atlántica.
Suecia y Finlandia «no deben hacerse ninguna ilusión de que simplemente nos resignaremos a ello», enfatizó Riabkov.
Este domingo, el Gobierno finlandés confirmó de forma oficial que pedirá el ingreso en la OTAN, poniendo fin a casi ocho décadas de no alineamiento.
Se espera que también el Gobierno sueco anuncie hoy oficialmente, tras un debate en el Parlamento, su decisión de solicitar su adhesión a la OTAN.
Para Finlandia y Suecia, dos países que nunca se habían unido a la Alianza ni siquiera en plena Guerra Fría, el cambio de rumbo fue el resultado de la ofensiva rusa contra Ucrania, ya que Rusia es vista como una amenaza por sus vecinos.
Filandia, en particular, comparte unos 1.300 km de fronteras con Rusia.
Moscú justificó, entre otras razones, su ofensiva contra Ucrania por su acercamiento a la OTAN y su apoyo político, diplomático y militar al gobierno ucraniano. El Gobierno ruso quería así alejar a los occidentales de sus fronteras.
Los países de la Alianza también están suministrando grandes cantidades de armas a las fuerzas ucranianas que han estado combatiendo al Ejército ruso durante casi tres meses.