En un partido donde el público iría a ver los goles de Zlatan Ibrahimovic o de Alexander Isak, el protagonista de la noche fue Khvicha Kvaratskhelia. El extremo de Georgia firmó los dos goles con los que su selección doblegó a Suecia por 2-0, dejando al que llegaba como líder a esta jornada muy tocado de cara al cierre ante España en La Cartuja.
La selección de Janne Andersson llegaba a suelo georgiano con la premisa muy clara de no permitirse errores. El rival ya había complicado el duelo de ida, donde solo pudieron ganarles por la mínima estando como locales. Estando eliminados, la cita en Batumi se antojaba como ‘ganable’. Pero más equivocados no pudieron estar.
Porque quizá fueron superiores en la primera parte, pero las manos de Loria impedirían la caída de su portería. Lo intentaron Lindelof, Zlatan e Isak en una acción de córner que generó un triple remate a puerta. El portero georgiano no dudó ante el peligro. Y así, junto al poco tino de los suecos, marcharon al descanso sin goles.
Y sonaba bastante extraño que la pólvora del ariete del Milan y de la gran figura de la Real Sociedad no pudieran detonar el marcador. A diferencia de un extremo del Rubin Kazan que apareció para dar la sorpresa: Khvicha Kvaratskhelia.
El georgiano que desesperó a ‘La Roja’ cuando jugó contra ellos volvió a aparecer. Esta vez, su gol desataría la locura del Adjarabet Arena, recogiendo un rebote tras un envío de falta y definiendo ante la insuficiente estirada de Olsen, poniendo así la mesa patas arriba en el grupo.
La ventaja envalentonó mucho más a los de Sagnol, que se creyeron superiores a los suecos y comenzaron a manejar las acciones del partido. El técnico francés metió mano con un par de modificaciones. Minutos más tarde, los suyos demostrarían la superioridad.
Ante una Suecia ya muy confundida por el resultado y por complicarse su camino a Catar, Kvaratskhelia volvería a aparecer a 10′ del final con una internada en el área que fue imparable para los centrales suecos.
Viendo la salida de Olsen, Kvicha definió de zurda para no dejarle ninguna posibilidad. El estadio entró en júbilo y, con él, lentamente se apagó la llama de Zlatan y compañía. La victoria se quedó en Batumi y las esperanzas suecas se van disipando.