El pasado miércoles, la famosa rapera Nicki Minaj, oriunda de Trinidad y criada en Queens, Nueva York, publicó un polémico tuit sobre la efectividad de las vacunas anticovid, que inmediatamente generó una ola de respuestas tanto de rechazo como de apoyo, e incluso hizo que la Casa Blanca se pusiera en contacto con ella y le ofreciera hablar por teléfono con uno de los médicos de la administración Biden para aclarar sus dudas.
«La Casa Blanca me ha invitado y creo que es un paso en la dirección correcta. Sí, iré. Estaré vestida de rosa (…) para que sepan que hablo en serio», escribió Minaj en su cuenta de Twitter.
Un funcionario de la Casa Blanca puntualizó que Minaj no había sido invitada a la residencia oficial del presidente de EE.UU., sino que simplemente le ofrecieron una llamada con un profesional de la salud, algo que han hecho ya con otras personas preocupadas por la vacuna, como parte de una campaña de relaciones públicas para combatir la desenfrenada desinformación sobre la seguridad y eficacia de esos fármacos.
En el tuit que comenzó la polémica, Minaj alegaba que un amigo de un primo suyo en Trinidad y Tobago «se volvió impotente» después de recibir la vacuna.
«Sus testículos se hincharon», detalló la rapera. «Estaba a semanas de casarse y ahora la chica canceló la boda».
Por su parte, los especialistas desestiman ese tipo de afirmaciones infundadas y sostienen que contribuyen a la desinformación y a la desconfianza hacia las vacunas.
Lo mismo piensan los dirigentes de la manifestación del 15, que casa presidencial se arrodillara ante ellos y los invitaran a negociar sus propuestas de volver al pasado donde todo era maravilloso para ellos. Si no iniciaran una guerra prolongada.