Desde 1971 y por décadas la serie televisiva mexicana El Chavo del 8 conquistó al público en todos los países de América Latina. Los actores pronto alcanzaron fama y reconocimiento por sus simpáticos personajes y capacidad histriónica. Sin embargo, antes de la fama, varios de ellos tuvieron profesiones muy diferentes.
Se estima que para 1975 era vista por más de 350 millones de personas. La serie mexicana ha sido uno de los productos más famosos y reconocidos mundialmente y fue doblada en más de 50 idiomas
Algunos de sus actores ya conocían el mundo de la farándula, como María Antonieta de las Nieves (La Chilindrina), que desde los seis años comenzó a actuar en obras de teatro y a hacer doblajes de series de televisión.
Florinda Meza (Doña Florinda) fue secretaria y también comenzó a realizar modelaje, lo que la llevó a realizar pequeños papeles de actuación hasta alcanzar personajes de mayor relevancia y a forjar su propio nombre.
Raúl “Chato” Padilla (Jaimito, el cartero) también era actor de teatro, al igual que Angelines Fernández (Doña Clotilde), ambos eran amigos de Ramón Valdés (hermano del gran actor mexicano Germán Valdés “Tin Tan”), pero antes de la actuación llegó a ser conductor de trailer, carpintero y comerciante.
Roberto Gómez Bolaños: ingeniero y boxeador
Antes de convertirse en actor y productor, Roberto Gómez Bolaños fue boxeador principiante; obtuvo el título de ingeniero en la UNAM, pero nunca ejerció. Luego fue comediante, actor, dramaturgo, director, compositor, productor.
De niño le gustaba practicar fútbol, afición que lo acompañó por siempre y hasta en sus proyectos, aunque se destacaba más como boxeador. Sus amigos también recuerdan que le gustaba la pintura, realizaba dibujos de paisajes y rostros.
Inició su carrera como creativo publicitario, lo que lo conectó con la radio y la televisión, en la cual fue, durante la década de 1950, un muy activo guionista.
También hizo varios guiones de películas para el dúo “Viruta” y “Capulina” y se inició fugazmente como actor con ellos en Dos criados malcriados, en 1960. Sin embargo, siguió dedicando la mayor parte de su tiempo a escribir, contribuyendo con diálogos para guiones de películas y programas de la televisión mexicana, lo que rápidamente lo llevó a adquirir mayor capacidad en la producción de los personajes y series que conocemos.
Carlos Villagrán: fotógrafo
Su padre trabajó como fotógrafo en los parques con una cámara 5×7 y Villagrán (hijo) lo acompañaba, combinando sus estudios con el trabajo para poder sacar adelante a su familia, debido a esto, Carlos, estuvo hasta segundo grado de secundaria.
En 1967 Carlos obtuvo su primer trabajo, como reportero gráfico del periódico El Heraldo de México y tuvo oportunidad de cubrir los Juegos Olímpicos de México 1968.
Sin embargo, aprovechando su credencial de fotógrafo de prensa, en 1968 comenzó a frecuentar las instalaciones de Telesistema Mexicano (propietaria de los canales 2, 4, 5 y 9).
“Antes de las Olimpiadas de 1968 me dieron la oportunidad de ser fotógrafo del periódico y con la credencial tenía acceso a los canales de televisión. Allí pedía trabajo porque quería ser cómico. En realidad, quería ser futbolista profesional y también cómico, pero se me dio por la segunda, porque lo otro era muy cerrado”, dijo en una entrevista.
Gracias la credencial de prensa con la que pudo acceder a la televisora se hizo amigo de varios actores que lo acercaron a los productores, uno de ellos era Rubén Aguirre que lo invitó a una fiesta de Roberto Gómez Bolaños, donde los sorprendieron al realizar un corto sketch improvisado.
Posteriormente Gómez Bolaños necesitaba a un actor que interpretara a un niño, Villagrán se enteró y no perdió la oportunidad para demostrar sus dotes de actuación.
“En ese entonces se alquilaba el vestuario dentro de la empresa. Así que fui allí y encontré el traje de marinerito y la gorrita. Saqué mi propio pelo por el agujero de la gorrita y le hice como unos cuernitos. Me encontré con “Chespirito” y le dije: ‘¿Quieres que te hable así como niño o que te hable así (con la característica voz)?’ Y me respondió: ‘Así, con los cachetes’. Y de esta manera nació Quico”.
Rubén Aguirre: ingeniero agrónomo y cronista taurino
Rubén Aguirre fue cronista taurino de 1962 a 1970, previamente había estudiado para ser ingeniero agrónomo pero nunca ejerció.
Este último año, transmitió vía satélite, una corrida de toros desde la monumental Plaza de las Ventas en Madrid para México; tras ello, el productor cubano Sergio Peña lo descubrió y lo ayudó a trasladarse a la Ciudad de México, donde trabajaron juntos en el programa infantil de concursos llamado El club de los Millonarios.
Posteriormente tuvo la oportunidad de producir un programa de televisión llamado El Club de Shory junto con Carlos Villagrán y María Antonieta de las Nieves.
Su gran trabajo en los medios de comunicación llamó la atención de Roberto Gómez Bolaños y le dieron un papel en su proyecto llamado El Ciudadano Gómez, luego participó en Chespirotadas y Los Supergenios de la Mesa cuadrada. Lo que conocemos después es historia con su personaje en El Chavo del 8.
Édgar Vivar: médico
Édgar Vivar tenía muy claro que quería ser médico, realizó el examen a la emblemática Universidad Nacional Autónoma de México y se quedó. Tenía que tomar una clase curricular extra y la única donde había cupo era el taller de actuación en teatro, lo que despertó un insospechado gusto por la actuación que le inculcó su abuelo.
Realizó su internado de pregrado en un hospital de la Ciudad de México durante un año al tiempo que realizaba pequeñas presentaciones en comerciales y obras teatrales, sin embargo su amor por por la actuación lo llevó a dejar la medicina por la televisión.
Aunque al principio no le agradaba mucho, con el transcurrir del tiempo se fue animando más por las tablas del teatro y recibió varios elogios. Un joven cazatalentos lo vio y le propuso participar en un comercial de televisión que aceptó. Después de este hubo más.
Su primer contacto con Gómez Bolaños fue cuando recibió una llamada telefónica suya en la que le comentaba que lo necesitaba para un proyecto.
Con información de Infobae