Una estrella fugitiva, o sea muy veloz respecto a su entorno, puede estar detrás de la brusca atenuación del brillo de la corona de un lejano agujero negro supermasivo que se registró hace dos años y que se revirtió en el transcurso de varios meses terrestres.
Un grupo de astrónomos de EE.UU., Chile y otros países llegó a esta idea después de que eventuales explosiones de supernovas monitoreadas permanentemente por una red de telescopios dentro del proyecto ASSA-SN registrara en marzo del 2018 un repentino destello en el cielo. La señal, muy intensa en rayos X, no provenía de una supernova, sino del núcleo activo de la galaxia 1ES 1927 + 654.
El brillo de ese objeto celeste, situado a 275 años luz de distancia, incrementó decenas de veces respecto a su luminosidad anterior. Atribuirlo a un proceso concreto que podía experimentar ese centro galáctico requirió por los menos 15 meses de observaciones, según reportó este miércoles un comunicado del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, EE.UU.).
El fenómeno de núcleo activo implica que en su centro se encuentra un agujero negro supermasivo y la luz que percibimos en la Tierra solo puede emanar de su corona y su disco de acreción. La luminosidad de algunos centros galácticos varía bastante, pero en este caso se descubrió que, acto previo a la llamarada, el brillo en rayos X se había reducido 10.000 veces en unos 40 días. Eso significa que la corona se desvaneció, casi desapareció por completo.
«Cambio alucinante»
«Esperamos que los cambios de luminosidad así de grandes varíen en escalas temporales de muchos miles a millones de años», comentó la profesora asistente de física en el MIT Erin Kara, coautora del estudio al respecto, publicado este 16 de julio en Astrophysical Journal Letters. No obstante en el caso de este objeto, dijo, «lo vimos cambiar en 10.000 veces dentro de un año e incluso cambió en un factor de 100 en ocho horas, lo cual es totalmente desconocido y realmente alucinante».
El equipo, liderado por el astrónomo Claudio Ricci de la Universidad Diego Portales (Santiago, Chile), propuso la hipótesis del paso de una estrella fugitiva junto al núcleo activo de la galaxia. Los rayos X provenientes de una corona de agujero negro es un subproducto de la alimentación del mismo, sostienen los investigadores, y si dejó de emitir estas ondas, puede significar que el suministro de ‘alimentos’ se había cortado.
Si ese astro, cuyo tamaño y tipo siguen sin conocerse, pudiese acercarse demasiado al agujero negro del centro galáctico y atravesar su disco de escombros, entonces dejaría a su paso a la corona sin el material del que se alimenta.
La hipótesis sobre la implicación de una estrella se apoya también en el hecho de que varios meses antes de que desapareciera la señal en rayos X, los observatorios en la Tierra vieron brillar considerablemente el disco de acreción del mismo centro galáctico en longitudes de onda de luz visible. Los astrónomos atribuyen este brillo a la colisión de la estrella (o sus restos) con el disco.
Poco después la corona del agujero negro comenzó a recuperarse y dentro de unos 100 días se volvió casi 20 veces más brillante que antes de la drástica atenuación.
Profundidad de observaciones
El evento de desaparición de la señal del centro galáctico 1ES 1927 + 654 es único no solo por el cambio drástico en el brillo, sino también por la profundidad con la que los astrónomos lo estudiaron.
Los científicos recurrieron a los datos de un telescopio de rayos X a bordo de la Estación Espacial Internacional, el denominado Explorador de composición interna de las estrellas de neutrones de la NASA (NICER), que en total observó la fuente de emisiones 265 veces durante 15 meses. Se sacaron datos adicionales de dos observatorios de la NASA, que llevaron a cabo las observaciones en luz ultravioleta y la espectroscopia nuclear, y también del observatorio XMM-Newton de la Agencia Espacial Europea (ESA).
Aunque la versión de estrella fugitiva parece la más probable a los autores, admiten que pueden haber otras explicaciones para este evento espacial sin precedentes. La investigadora Kara dice que el conjunto de datos recabados «tiene muchos enigmas» y la ciencia va a analizar lo sucedido durante mucho tiempo.