La primera ministra de Bélgica, Sophie Wilmès, recibió el domingo una hostil recepción por parte del personal del hospital Saint Peter de Bruselas, institución que se encuentra al frente de la lucha contra el coronavirus en el país.
Mientras el auto de la jefa del gobierno ingresaba al centro médico, una doble hilera de trabajadores de la salud alineados en la ruta le dieron la espalda con ostentación, gesto que algunos observadores describieron como una “guardia de deshonor”.
Médicos, enfermeras y el personal encargado de las tareas administrativas, de limpieza y logísticas, expresaron de esa manera su desaprobación por la gestión del gobierno de la pandemia de COVID-19, así como def una ley recientemente aprobada sobre el empleo en el sector de la salud.
En concreto, la norma aumenta la carga de trabajo de los trabajadores de la salud y permite el reclutamiento de trabajadores no calificados para puestos de enfermeras. Esto cuando personal médico de toda Bélgica ya se estaba quejando de fatiga extrema y el agotamiento debido a las largas horas de trabajo durante el brote del virus, así como a los bajos salarios y los recortes presupuestarios.
El hospital Saint Peter ha jugado un rol central en la estrategia sanitaria belga desde el principio de la crisis del coronavirus, cuando se convirtió en el hospital de referencia para el tratamiento de los casos confirmados. El primer paciente nacional que contrajo el nuevo coronavirus, Philippe Soubry, fue tratado allí a su regreso de Wuhan en China, donde comenzó la pandemia.
Después de su visita, Wilmes dijo en una conferencia de prensa que percibió la protesta como un llamado a mantener conversaciones entre el gobierno y el sector de la salud. “Nada será igual después de la crisis, necesitamos reevaluar la importancia de la profesión de enfermería”, dijo.
Antes de asumir el cargo de primer ministro en 2019, Wilmes se desempeñó como ministra de presupuesto. Durante su mandato de cuatro años hubo recortes masivos en el gasto en atención médica.
La del domingo fue su primera visita a un hospital desde el comienzo de la crisis.
El gobierno ha enfrentado críticas por su manejo de la pandemia. Bélgica actualmente registra la tasa de mortalidad más alta del mundo, con más de 9,000 muertos y 55.500 casos positivos (a la tarde del lunes, hora local) en un país con una población de 11.5 millones.
Según un estudio de la Universidad Libre de Bruselas en neerlandés (VUB), el país, sumido en un levantamiento progresivo de las medidas de confinamiento, registró el mes pasado su abril con más muertos desde la Segunda Guerra Mundial.
Sin embargo, la semana pasada, la situación epidémica parecía haberse estabilizado ya que las hospitalizaciones diarias y las muertes se redujeron a menos de 100.
Por otra parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) elogió al gobierno por realizar un conteo de fallecidos más preciso que algunos de sus vecinos, lo que podría reflejarse en la mayor tasa de mortalidad.
Dice el dicho, «cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas en remojo.»