Por: Julio Rodríguez
Periodista
Conocí a una que se arriesgó a serlo, imagino que lo disfrutó, poco tiempo, pero estoy seguro que dio lo mejor que pudo. He construido el mejor retrato de ella y me encanta jugar con las pocas imágenes que de ella me regala Dios. Una leyenda que a diario recuerda como levantarse.
La otra era mamá de muchos. El respeto de madre estaba intrínseco en cada acción, no se discutía, porque estaba claro que era más que eso, era complicidad, coraje y fe. Allí ¡sí! ¡de verdad! donde comía uno comían 10, incluyendo hijos pródigos. Y no crean ¡eh! regañó, castigó y amó. Recoger un canasto viejo en un basurero y construir una familia, solo pasa por la mente de una madre loca de serlo.
También, he conocido otra que muy joven decidió serlo. Había voces que le decían que no. Ella simplemente se arriesgó. Concibió y se esforzó. No fue fácil, pero lo hizo bien y trató siempre, en toda decisión buena o mala, mostrase perseverante. Su herencia es haber luchado hasta el final.
Una que he conocido lo ha hecho sola, no por decisión, sino por amor, creo que a estas alturas de la vida muy pocos podrían ayudarle. Es que lo ha hecho bien. Los años han pasado y a veces la historia demuestra que nunca hizo falta nadie más, una mujer bastó para cumplir. Ahora quiere y sueña seguir el baile de la vida porque se lo merece.
Las historias de madres se cuentan solas, que el escritor busque ponerle drama, heroísmo o comedia es inútil. En el mercado no solo se venden productos, en las fábricas no solo se hacen telas, en las oficinas no solo se construyen proyectos, en el campo no solo se siembra semillas, ¡No! ¡No! ¡Pasa algo más que eso! se vende amor, se tejen sueños, se construye vida y se siembra esperanza, son madres haciendo lo mejor que pueden, para hacer honor al compromiso que Dios les encargó: dar vida y ser sus cómplices en la creación.
Por eso y mucho más, mamá… no solo hay una y, es más, incluso en esa una hay muchas.
La pagarás bukele y eso lo veré te lo aseguro porque mi Dios es más poderoso que tú