El actor estadounidense, Chuck Norris, expresó que dejará en pausa su carrera para dedicarle tiempo a su esposa, Gena O’Kelly, quien se encuentra viviendo una etapa muy difícil de su vida.
Su mujer, la actriz y modelo Gena O’Kelly (56), madre de dos de los cinco hijos de Chuck, sufre, desde hace seis años, no solo los terribles dolores de la artritis, también los agravados «por una mala praxis durante una resonancia magnética (denuncia el héroe de Walker, Ranger de Texas). Antes de ese examen le aplicaron una inyección de gadolinium, un contrastante metálico muy tóxico que le dañó, según sus médicos, el sistema nervioso y renal. Siente el cuerpo ardiendo, y debe estar en reposo varios meses».
«Dejo todo. De ahora en adelante no haré más que mantener viva a Gena. Mi amor por ella es más fuerte que mi carrera, el dinero, cualquier otra cosa. Está enferma, sufre y yo seré su custodio y su consuelo», expresó Norris.
Expresó que luego de no haber muerto tras sufrir dos infartos al volver de un espectáculo de artes marciales en Las Vegas lo tomó con «una señal del cielo» ya que su esposa lo necesitaba. «No debía morir, porque Gena me necesitaba».
Desde hace dos años, en el silencio y la serenidad de su rancho de Texas, ese campeón (primer occidental en ser octavo ganador del cinturón negro) lucha contra otros enemigos: los dolores en el cuerpo de Gena, el fantasma de la muerte, el vaivén de los signos de caída y mejora, caída y mejora, las noches interminables…
Y también, libra esa oscura, intrincada y tramposa batalla legal: ya gastó dos millones de dólares en tratamientos, y les reclama diez a los fabricantes del gadolinium.
Buen ejemplo para todos los cónyuges estar presentes como apoyo para cada uno, ya sea en la salud y enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, es honrar a Dios