Andrea Vélez Fernández, ex socia de El Chapo rindió su declaración como testigo en este último día del juicio y relató cómo su vida se desmoronó cuando se relacionó con el narcotráfico y que incluso intentaron asesinarla por orden del líder del cártel de Sinaloa: «Soy un milagro de Dios, porque el señor Guzmán trató de matarme».
Vestida de negro con el cabello recogido en una coleta apretada, Vélez se enfrentó al Chapo mientras hablaba y señaló que se convirtió en informante del Gobierno de Estados Unidos después de que El Chapo supuestamente se las arregló para secuestrarla e intentó contratar a miembros de Hells Angels en Canadá para que la mataran.
«Cuando intenté dejar la organización, me dijeron que solo podía hacerlo de una manera: en una bolsa de plástico, con los pies primero», dijo. Luchando contra las lágrimas, continuó: «Perdí a mi familia, a mis amigos … Me convertí en una sombra sin nombre. Lo tenía todo, lo perdí todo, incluso mi identidad».
Mientras ella describía el incidente del secuestro en Ecuador, que supuestamente estaría orquestado por Guzmán Loera, El Chapo giró en su asiento y le lanzó un beso a su esposa.
Vélez con lágrimas dijo que perdonaba al líder narco porque entendía cómo fue absorbido por el mundo del narcotráfico y que no quería que las hijas pequeñas del Chapo o cualquier otra mujer que pudiera participar en el comercio de drogas tuvieran una experiencia similar.
La mujer comenzó siendo secretaria de uno de los socios de Guzmán en Colombia, Alex Cifuentes, quien ha dicho que por años fue mano derecha del líder narco, y quien reveló en el interrogatorio durante el juicio en la corte federal de Brooklyn, el supuesto soborno a autoridades mexicanas para que protegieran a El Chapo en el interrogatorio de uno de los abogados de Guzmán en una corte federal de Brooklyn.
Cifuentes señaló que Guzmán Loera intentó sobornar con 10 millones de dólares a un importante general mexicano, para lo cual Andrea Vélez sería la pieza clave para la negociación.
En la corte, el colombiano señaló que el Chapo estaba interesado en complacer a un importante militar, quien comenzó una cacería para atrapar al capo mexicano, por allá en 2008.
Vélez Fernández estaba a la cabeza de una agencia de modelaje en la Ciudad de México, que en realidad era una red de prostitución, que no era precisamente para los miembros del cártel, sino para seducir a funcionarios y altos mandos del Ejército Mexicano por medio de mujeres que supuestamente eran modelos.
Guzmán Loera espiaba cada movimiento de estas mujeres así como sus conversaciones gracias a alta tecnología que instalaba en sus celulares.
Dirigía una red de prostitución
«Ella (Andrea Vélez) introduciría a las amigas al general en fiestas privadas», dijo Cifuentes, sin mencionar la identidad del militar.
A través de las edecanes planeaban entregarle al líder militar 10 millones de dólares para que dejara en paz al Chapo y a su cártel.
Si el general aceptaba la oferta, Guzmán se comprometía a pagarle un millón de dólares a Vélez. La empleada del cartel, sin embargo, no tuvo éxito. Cifuentes dijo que el general odiaba a Guzmán.
El Chapo se enojó, dijo Cifuentes, la llamó mentirosa y ordenó que la mataran.
Posteriormente, como el general no aceptó, Cifuentes declaró algo aún más grave, la entrega de un presunto soborno de $100 millones de «El Chapo» al expresidente Peña Nieto.
La entrega del dinero se habría realizado en octubre de 2012, según detalló durante el llamado «Juicio del siglo» en contra del capo mexicano en la Corte Federal de Brooklyn, en Nueva York.
Cifuentes había señalado previamente que Peña Nieto había pedido $250 millones, pero posteriormente aseguró que solo le habían pagado cien.
Vélez, la exempleada del cartel empezó a colaborar de forma secreta con las autoridades estadounidenses en 2012 y fue trasladada a Estados Unidos «debido a una amenaza», testificó un agente del FBI durante el juicio. El agente, Stephen Marston, también dijo que el gobierno estadounidense pagó a Vélez casi 300.000 dólares por gastos y servicios.